
José Mariano Alta
El legado vivo del último alpargatero de Santa Bárbara
José Mariano Alta, conocido cariñosamente como Papaku por su familia y comunidad, es un maestro artesano kichwa de 89 años que continúa preservando una de las prácticas tradicionales más significativas del patrimonio textil andino: la elaboración manual de alpargates de cabuya.
Nacido en la comunidad de Topo Alto y posteriormente asentado en Santa Bárbara, donde reside actualmente con sus hijos y nietos, taita Mariano representa una figura de sabiduría, resiliencia y compromiso con la memoria viva de su cultura. A pesar de haber cursado estudios formales solo hasta cuarto grado de primaria, desempeñó importantes roles comunitarios como rezador y alfabetizador en diversas comunidades del cantón Cotacachi.
Su historia como artesano comienza en su juventud, cuando aprendió el arte de confeccionar alpargates de forma completamente manual. Fue el conserje de la escuela de Anrrabí quien le enseñó los primeros pasos de este oficio. Desde la recolección de la cabuya, la elaboración de los cadejos, hasta la adquisición de mantas tejidas por mujeres comuneras de Anrrabí y Chilcapamba, cada parte del proceso lo fue aprendiendo con dedicación y autodisciplina.
Papaku no solo fabricaba alpargates, los teje con identidad. Sus diseños fueron ampliamente reconocidos por la calidad y resistencia de su trabajo, lo que hizo que los comuneros de la región acudieran a él para hacer sus pedidos. Su casa, que también funciona como taller, aún conserva las herramientas tradicionales: piedras lisas de río, maderas cortadas de los bosques cercanos, y herramientas de metal como el kurku punsun y la almarada, adquiridas en caminatas por la comunidad de San José de Cotacachi.
Durante muchos años, comercializó sus alpargates en las comunidades de Cotacachi y el valle de Otavalo. Uno de sus principales puntos de venta era la reconocida Plaza de Ponchos. Allí vendía sus productos por 6 o 7 sucres, recordando con nostalgia cómo, con esas ventas, regresaba feliz a su hogar.
Con el paso del tiempo, una afección auditiva limitó su movilidad, pero no su vocación. Gracias a la fidelidad de sus antiguos clientes y conocidos, siguió recibiendo pedidos desde distintos rincones del cantón. Su reputación como el último alpargatero de Cotacachi permanece intacta.
A lo largo de los años, ha intentado transmitir este conocimiento a personas interesadas: aprendices particulares, visitantes extranjeros, e incluso a participantes de proyectos municipales. Sin embargo, muchos abandonaron el aprendizaje ante la complejidad del oficio. Aun así, él continúa con la esperanza de que alguno de sus descendientes—hijos o nietas—decida aprender y preservar este arte milenario.
Hoy, José Mariano Alta sigue activo, elaborando alpargates con las mismas técnicas ancestrales y tejiendo mantas con sus manos. Su trabajo no solo representa una manifestación artesanal; es un símbolo de resistencia cultural, de identidad indígena y de memoria comunitaria. Su legado es testimonio de una era que resiste al olvido, y un llamado urgente a valorar y proteger los saberes tradicionales.
Mapa Digital del Textil
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