Joaquín Guandinango

Guardián del Tejido Tradicional y la Música Kichwa

Taita Joaquín Guandinango, destacado artesano textil y músico tradicional de la comunidad de San Pedro, en el cantón Cotacachi, en sus manos  preserva una practiva que forma parte  del patrimonio cultural del catón. A sus 85 años, continúa tejiendo con dedicación en el telar de pedal que él mismo construyó, manteniendo vivo un oficio que lo ha acompañado durante más de seis décadas.

Su infancia transcurrió junto a sus padres, en medio del trabajo agrícola y la vida comunitaria. La temprana pérdida de su padre lo llego a aprender este ofcio de  su madre quien, con sabiduría y ternura, le transmitió el arte del tejido, una labor que represento el  sustento económico y una  herencia cultural. Aprendiendo con la mirada y la práctica cotidiana, taita Joaquín comenzó a tejer anacos, fachalinas, cobijas y ponchos, utilizando la lana de oveja que él mismo hilaba junto a su esposa, María Ester Chávez. En la actualidad, nos comenta que es mas facil adquier los hilos en los mercados de Cotacachi y Otavalo.

Además de su virtuosismo como tejedor, taita Joaquín Guandinango es un músico tradicional reconocido por su musica en arpa. Inspirado por los músicos de su comunidad, aprendió de forma autodidacta a interpretar este instrumento, y acompaño con su música numerosas ceremonias: matrimonios, festividades comunitarias y velorios. Y aunque sus manos recuerdan como entonar cada cuerda un probelma auditivo ya no le permite realizar presentaciones públicas. Y con una sonrisa nos comenta que aunque ya no puede tocar el arpa,  sus hijos ahora acompañan las festividades de las comunidades con musica de orquesta de musica popular. 

Desde joven, estos saberes artísticos le permitieron a taita Joaquin  sostener a su familia y fortalecer su vínculo con la comunidad, aportando a la memoria cultural de su pueblo.

Sus tejidos, especialmente las fachalinas, son expresión viva de  lo ancestral. Estas prendas, elaboradas con notable detalle y precisión, son utilizadas por mujeres kichwas en eventos como: las danzas, vestimenta en el Inti Raymi y rituales funerarios.

En la entrada de su casa se encuentra su telar de madera, un poco apolillado  pero aún funcional, al que él llama con afecto su “hermanita de trabajo”. Esta herramienta, que construyó con sus propias manos, ha sido su compañera inseparable durante más de 65 años. En el mismo espacio donde teje, Joaquín nos muestra también su patio, donde cria gallinas, puercos y borregos, estos últimos fundamentales para obtener la lana que pasaba por un meticuloso proceso de hilado, urdido y tejido artesanal.

Cada prenda requiere de uno a tres semanas de trabajo constante, dependiendo de su complejidad. Aunque el paso de los años ha hecho más difícil la labor física, Tayta Joaquín continúa tejiendo con profundo amor y compromiso, consciente de que su obra es parte de un legado colectivo. Su voz serena y nostálgica revela una preocupación latente: no cuenta con un sucesor que continúe su oficio. Esta realidad plantea una llamada de atención sobre la fragilidad de los saberes ancestrales, que corren el riesgo de desaparecer.Honrar su trabajo es también reconocer el valor de un pueblo que ha sabido tejer, literalmente, su identidad a través del tiempo.

Mapa Digital del Textil

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